Ojalá hagamos de la felicidad una cosa profunda. Ojalá no la confundamos con la estupidez jamás, jamás.


(Angélica Lidell)


lunes, 16 de mayo de 2011

He encontrado el tornillo que había perdido cuando te fuiste.
Tras tentativas absurdas de recomponerme a base de viejas fórmulas, he vuelto a recurrir a la poesía, vale que a veces burda y siempre con algo de egoísta, pero eficaz, llamativa, inspiradora.
Ahora he vuelto a crear mundos nuevos a partir de pequeñeces. Por ahora solo son imperdibles o cerillas, pero podrían ser más. El laberinto está ahora en forma de plaza. Así me lo encuentro.
Y el capítulo 25 resuena . . .   . 

No hay comentarios:

Publicar un comentario