Ojalá hagamos de la felicidad una cosa profunda. Ojalá no la confundamos con la estupidez jamás, jamás.


(Angélica Lidell)


martes, 3 de marzo de 2009

El agujero


Dentro, bien adentro, hay un lugar que huele mal, a oidos sucios. Los pensamientos pueden apestar.

Muchas veces me gustaría huir, esconderme en un agujero bien profundo para no saber nada de todo esto que me rodea, donde hay tan pocas cosas que me den asco...Pero en lugar de eso, me lanzo sobre un ordenador, para dejar constancia pública de mi desazón. Creo que no deja de ser bastante patético todo esto. Aun me estoy preguntando porqué lo hago. Por supuesto que es por egocentrismo y por dejar por escrito mi rechazo, pero también siento que lo necesito, necesito escupir, vomitar, soltar. Y lo necesito tanto como comer, respirar o follar. Creo que se me entiende, no? y que se comparte, al menos por bastante gente, no?

De todas formas, si no fuera así, si nadie me comprendiera, me daría igual. No puedo dejar de pensar en lo solos que estamos, en que en realidad solo unas pocas personas nos pueden comprender, haciendo un gran esfuerzo. Un enorme esfuerzo.

Gracias a esos y esas que nos comprendemos, el olor a mierda es más soportable. Gracias a que reconocemos que nuestra mierda es parte de la mancha, se nos hace todo más soportable.

¿Será verdad que algo falla en todo esto, en todo eso, en todo aquello? ¿O seré solo yo?


A lo mejor si todos pasáramos un tiempo en un agujero, despues todo era diferente, más verdadero. A lo mejor no (en realidad, me resisto a creerlo).


Al fin y al cabo, se dice que cuando estás muerto lo ves todo y lo comprendes todo. Lo malo es que creo que no lo vamos a saber nunca...


(No quiero seguir)

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