Ojalá hagamos de la felicidad una cosa profunda. Ojalá no la confundamos con la estupidez jamás, jamás.


(Angélica Lidell)


sábado, 14 de marzo de 2009

Enfangado.

De noche, con un pokito de Saint Germain y el bar ya está cerrado. Solo me kedaría no perder más el tiempo y acabar lo k keda para ir a casa a dormir. El sueño me va atacando, pero el vicio resulta más fuerte.
Los impulsos decisivos que nos enfangan en los vicios son tan irrefrenables. Y es tan satisfactorio cumplirlos...
Yo tengo mis vicios, como todos, y mi mano en mi sexo para acercarme a ellos.
Torcerlo todo para poder mirarlo sin escupirme.

Ayer me liberé de una parte de mi vida que me obstruía. Pero es como estar igual, sigue este cansancio, este enfangarme en lo deseable y no en lo tangible.

...Y aun hoy, kuando pasas por mi lado, mi interior se paraliza y cristaliza. Duelen mucho los miles de cristalitos clavándose desde el interior de la piel. ¿Por qué no puedo odiarte y nada más?
Y aká vuelvo a ser cobarde, sin dar nombres, sin kerer destrozar los restos que nos kedan.
¿Para qué tener pretensiones de radical si actuo conservador?

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